viernes, 24 de octubre de 2014

Selva de Irati y Pico Ory

Cuanto más viajo por España, cada vez me gusta más este país donde vivimos. Al terminar un viaje y volver a casa te dices, Que bonito donde he estado, es lo más bonito que he visto en mi vida. Pero la naturaleza te demuestra lo equivocado que estás y te sorprende de nuevo con un paisaje más espectacular en el siguiente viaje. 

Esta vez tocaba la Selva de Irati en el Pirineo Navarro. Viaje fugaz de dos días, este fue el regalo que le hice a Yolanda por su cumple. 

La Selva de Irati es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, después de la Selva Negra de Alemania. Una inmensa mancha verde de unas 17.000 hectáreas que se mantiene en estado casi virgen. Se encuentra situada en el Pirineo oriental navarro, en una cuenca rodeada por montañas (Ori, Abodi...), en la cabecera de los pirenaicos valles de Aezkoa y Salazar.

Realizadas las presentaciones, me dejo de chácharas y empieza la aventura de dos días por la Selva de Irati.

Casa de Irati, Bosque de Zabaleta, Laguna de Irabi, Sendero del Paraiso, Cascada del Cubo y Paseo de los Sentidos.

El primer día tocaba recorrer el bosque de Hayedo más grande España. Teníamos varias ideas en mente, todas dependían del tiempo que nos llevase un sendero u otro. Lo que si teníamos claro es que aparcábamos el coche en el parking de la Casa de Irati y a partir de este punto haríamos todos los caminos que pudiéramos.

Temprano llegamos a la casa de Irati e hicimos la primera de las muchas fotos de este viaje. 


El primer sendero que empezamos fue el Bosque de Zabaleta.


Este sendero empieza por una sencilla pista.


A nuestra izquierda un pequeño riachuelo nos acompaña.


Las vistas del otro lado del valle eran impresionantes.


Algunos arboles ya empezaban a tomar el color ocre del otoño.


Las Hayas dejaban caer su hojas creando una bonita alfombra.


A los lados del camino, pequeños cauces secos de riachuelos bajaban por la ladera.



De vez en cuando se divisa algún claro entre los arboles y se abre un espectáculo para los sentidos.


El bosque era nuestro, más bien, nosotros habíamos sido atrapados por él.


La altura de los arboles es increíble. Entre ellos compiten para captar los rayos de luz.


En Andalucía para marcar los senderos usamos carteles de madera y en Navarra usan piedras de molinos.


Antes de cruzar al otro lado del pantano, nos detenemos para revisar el camino.


Pronto se llega a la senda de los paraísos. Aquí se abandona la pista para adentrarnos en un pequeño cam.


A partir de este punto sobran las palabras.






Descansito en colchón ecológico.


A continuación se puede calibrar el tamaño de las Hayas.





Nada más terminar la senda nos topamos con la presa.


Una vez cruzada la presa otra vez el bosque nos envuelve.











Después del disfrute que nos dimos a los sentidos de la vista, llegaba el turno de darle de comer al cuerpo.


Emprendemos el camino de vuelta a la casa de Irati. En vez de volver por la pista decidimos usar una pequeña vereda paralela al camino de inicio.



Divisando el horizonte.



Tras poco más de cinco horas y media alcanzamos la Casa de Irati y así damos por finalizado el primer sendero. 


Ahora toca uno cortito para visitar la Cascada del Cubo. Menos de tres kilómetros de ida y vuelta.


El camino transcurre por pista casi llana.


Con los últimos rayos de sol el color de los arboles se acentua.


Tras un kilómetro llegamos al cartel que nos saca de la pista y nos dirige a la cascada.





Refrescarse las manos y a volver deprisa para intentar hacer el último sendero.




Todavía quedaba algo de tiempo para el Paseo de los Sentidos. Una pequeña senda circular de escasos dos kilómetros.


Nada más empezar nos topamos con las lugareñas del lugar.


El valle nos deja sin palabras. Es increíble como ha podido cambiar tanto de color de la mañana a la tarde.


Para llegar a la ermita de Nuestra Señora de las Nieves subimos por una pequeña rampa. Los peldaños de madera facilitan el camino. Al final de la subida se vislumbra la ermita.


Mientras me hacían la foto protocolaría, me quedaba atónito con el paisaje.



Continuamos la marcha por una estrecha vereda.




No hay perdida. Los senderos están perfectamente indicados.



Tenemos que vadear varias veces el cauce del río. Se supone que en época de lluvias este sendero no se podrá realizar.



Nuestra amiga quiere salir en el blog.


Y ya sí, por fin, terminamos de andar por hoy.


Pico Ory, Abodi y Cerrillar.

Esta noche dormimos en el pueblo de Jaurrieta, en un hotelito de montaña llamado Casa Sario.

Por la mañana, después de un buen desayuno fuimos a comprar el pan a la panadería del pueblo.


Es fácil deducir que la panadería es ambulante.



El termómetro del coche presagiaba un día frío.


Dejamos el coche en el aparcamiento después del túnel de la carretera que nos lleva al Centro de Esquí Nórdico de Abodi.

Al fondo vemos nuestro objetivo.


Pronto emprendemos la subida por un estrecho sendero, no hay perdida. Ante la duda, siempre hacia arriba.



Las fotos son una escusa perfecta para descansar.




Siempre en el horizonte tenemos nuestro objetivo.


La subida te echa para atrás.


Así es como se quedó Yolanda al divisar todo lo que quedaba.


Sin palabras.


Seguimos subiendo.




Y seguimos subiendo.


De vez en cuando tenemos que mirar a nuestras espaldas para admirar la Selva de Irati.


Llega un momento en el que el camino se bifurca en dos. A la derecha la subida directa, y a la izquierda la subida suave. Decidimos subir por la directa y bajar bordeando la montaña.



La pendiente cada vez se acentúa más. Se puede ver el camino que llevamos recorrido.





Después de poco más de una hora llegamos al Pico de Ory, con sus 2017 metros.


Tras un breve descanso emprendemos la bajada. Que realizamos por la parte fácil.




Momento de conexión con la montaña.


Selfie montañero.


Montañeros subiendo al Pico. Aquí se observa perfectamente la pendiente. Al fondo, los pirineos.






Ya vemos el coche.


Después de dos horas llegamos de nuevo al aparcamiento.



Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el Centro de de Esquí Nórdico Abodi. 


Antes de empezar el camino, miramos al pico que visitamos hace unos minutos.



Antes de empezar a caminar, fotito en el colchón de hojas.


Decidimos subir al Pico Abodi y volver por el Cerrillar.


El pico Ory se puede observar desde todas partes.


El camino transcurre por una pista fácil. Intercalándose tramos de bosques con tramos de  praderas.



Para subir a Abodi, abandonamos la pista y trazamos linea recta hasta la cumbre.




Oleeeee, otro cumbre realizada.


No hay palabras para describir el paisaje.


Ni tampoco para el pedazo de bocadillo con chorizo Navarro que nos merecemos comer.


Volvemos al bosque.



Foto artística.


El camino de vuelta se hace por el Cerrillar.


Aquí el otoño se muestra en todo su esplendor.




Alegría.






Y con mucha pena alcanzamos el final del sendero.




Después de lo visto poco queda decir de esta escapada al Pirineo Navarro. Se lo recomiendo a todo el mundo, y tengo claro que volveremos más pronto que tarde.