domingo, 14 de agosto de 2011

XXXVIII Sierre - Zinal


En el verano del 2011, mi esposa y yo cogimos nuestra furgoneta y estuvimos en Suiza durante tres semanas. Dos meses antes, participé en una carrera de montaña en Ubrique, Cádiz. Fue una experiencia genial, así que me puse a buscar en Internet una carrera de montaña en los Alpes. Después de un rato, leí el siguiente párrafo


"The race Sierre-Zinal (August 14, 2011, 38th edition), also called the Race of Five 4000m Peaks, is considered to be one of the finest mountain races in the world. It was once written that it is to mountain races what the New York Marathon is to marathons. It is the oldest mountain race found in its category in Europe's mountains"


Sin darme cuenta, ya había rellenado el formulario de inscripción y estaba inscrito en una carrera de montaña en los Alpes. Mi primer pensamiento fue: "Esto es una locura, voy a correr 2000 metros sobre el nivel del mar y vivo al nivel del mar". Un rato más tarde, multiples pensamientos vinieron a mi mente, ¿Podre terminar la carrera? ¿Cómo entrenar la? ¿Sería un reto demasiado grande? Pero ya no había marcha atrás. Yo iba a participar en una de las carreras de montaña más importante del mundo, Sierre - Zinal, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Después de dos semanas en Suiza, el 13 de sábado, nos fuimos a Sierre, al mediodía estábamos en la localidad de Sierre. En el Ayuntamiento, la organización tenía algunas mesas de información en las que se daba todo tipo de explicaciones acerca de la carrera, como perfil, ruta, meteorología, además, en una de las mesas había que recoger mi dorsal. Se podía oír un montón de idiomas diferentes, yo estaba muy emocionado.

Esa noche, elegimos el camping 'Bois de Finges' para dormir debido a que  estaba a sólo 500 metros de la línea de salida. Pensamos que sería la mejor opción, ya que la carrera comenzaba a las 05:00 en punto. El campamento estaba invadido por los corredores. El ambiente olía a "Reflex". Cada uno llevaba con orgullo las camisetas de las carreras anteriores. La gente estaba un poco parada, pero después de un rato ya estábamos hablando unos con otros, intercambiando experiencias, contando historias y bebiendo alguna copa de vino. Esa noche, se celebró una gran cena de la pasta en el camping.

Al día siguiente me desperté a las 4:00 AM porque la carrera comenzaba muy temprano. Cuando salí de la furgoneta, ya había algunos participantes que estaban preparando el desayuno. Tomé mi Colacao con galletas, no quería modificar mis hábitos e inventar nada nuevo. Después de un breve rato, me puse mi camiseta  de "Los Ultimos Susmurais", me despedí de mi esposa. 


Cuando llegué a la línea de salida, me sorprendió la gran cantidad de corredores que ya estaban calentando. Era posible sentir el nerviosismo en el aire. Todo el mundo estaba mirándose los unos a los otros, poniendo a cero los relojes, consiguiendo la señal del satélite para los dispositivos con GPS, en definitiva, esperando la señal de salida. De repente, se oyó un ruido ensordecedor, la carrera había comenzado. Durante los primeros cuatro kilómetros, el camino se dividió en dos para facilitar el comienzo. Eramos demasiados  y el camino era muy estrecho por lo que el grupo fue poco a poco estirándose y formándose una gran cola multicolor.


Era una cuesta larga y dura de 11 Km en la que se ganarían 1200 metros de altura. A partir de este punto, la pendiente era más suave, pero se seguía ganando altura. Cuando salí del bosque, los paisajes eran increíbles. Se podía ver los valles verdes y, en el horizonte, algunos picos nevados.




La subida era fácil, no había piedras o raíces que pudieran hacer que me cayese, así que pude disfrutar de la naturaleza. De pronto se oyó el sonido de unas piedras rodando, levanté la cabeza y vi una manada de cabras corrieron delante mía, fue increíble.

Después de tres horas y media, pude saborear una sopita caliente en frente del Hotel Weisshorn situado  a 2377 metros sobre el nivel del mar.



A partir de aquí, tuve que enfrentarme a dos kilómetros sencillos antes de empezar a correr cuesta abajo. Después de unos kilómetros, me entretuve tomando una copita de vino con algunos espectadores. Desde este punto a mi espalda, ya se podía ver el pueblo de Zinal. Pensé que la carrera había terminado, pero estaba equivocado.



Cuando vi la última cuesta, la sonrisa se me quito de la cara. Era como una pared. El camino estaba lleno de piedras, raíces, barro, etc. Se parecía a una serpiente, cada pocos metros había que girar 180 grados y otra vez, piedras, raíces, barro. Lo peor de todo fue cuando veía a los corredores bajar como cabras. Para mí, era una pista peligrosa, para ellos, una pista perfecta para correr más rápido. Cada vez que tenía que realizar un giro, sentía un gran dolor en mi rodilla izquierda.


Pasados tres kilómetros, en los que invertí treinta minutos, el calvario había terminado. Se escuchaba un sonido ensordecedor que venia de Zinal.

Después de cinco horas, diecisiete minutos y cuarenta y nueve segundos conseguí  llegar sano y salvo a la meta.



Perfil y mis tiempos de paso







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